La presión arterial es la fuerza que ejerce la sangre contra las paredes de las arterias cuando el corazón bombea sangre por todo el cuerpo. Se mide mediante dos valores: la presión sistólica (el número superior), que indica la presión cuando el corazón se contrae, y la presión diastólica (el número inferior), que representa la presión cuando el corazón se relaja entre latidos.
Los valores normales de presión arterial en adultos se sitúan por debajo de 120/80 mmHg. Se considera hipertensión cuando las cifras superan los 140/90 mmHg de forma persistente. La hipertensión no tratada puede provocar graves complicaciones cardiovasculares, incluyendo:
El control regular de la presión arterial es fundamental para prevenir estas complicaciones. Diversos factores pueden influir en los niveles de presión arterial, como la edad, el peso, la actividad física, el consumo de sal, el estrés, el tabaquismo y el consumo de alcohol. Por ello, es esencial realizar mediciones periódicas y mantener un estilo de vida saludable para preservar la salud cardiovascular.
En España, los profesionales sanitarios disponen de diversos grupos de medicamentos antihipertensivos para tratar eficazmente la hipertensión arterial, adaptándose a las necesidades específicas de cada paciente.
Los inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina, como enalapril, lisinopril y ramipril, bloquean la formación de angiotensina II, una sustancia que estrecha los vasos sanguíneos. Son especialmente beneficiosos en pacientes con diabetes o insuficiencia cardíaca.
Medicamentos como losartán, valsartán e irbesartán actúan bloqueando directamente los receptores de angiotensina II. Suelen tener menos efectos secundarios que los inhibidores de la ECA y son una alternativa eficaz.
El amlodipino y nifedipino relajan los músculos de los vasos sanguíneos, facilitando la circulación. Son especialmente útiles en personas mayores y pacientes con enfermedad arterial periférica.
Los diuréticos como hidroclorotiazida y furosemida eliminan el exceso de líquido del organismo. Los betabloqueantes (atenolol, metoprolol, bisoprolol) reducen la frecuencia cardíaca y la fuerza de contracción del corazón, siendo especialmente indicados tras un infarto de miocardio.
El enalapril es un inhibidor de la enzima convertidora de angiotensina (IECA) ampliamente utilizado en España para el tratamiento de la hipertensión arterial y la insuficiencia cardíaca. La dosis inicial recomendada suele ser de 2,5-5 mg dos veces al día, pudiendo ajustarse hasta 20 mg diarios según la respuesta del paciente. Entre sus efectos secundarios más comunes se encuentran la tos seca persistente, mareos y en ocasiones angioedema. Es fundamental realizar un seguimiento médico regular para monitorizar la función renal y los niveles de potasio.
Como antagonista de los receptores de angiotensina II (ARA II), el losartán ofrece una excelente alternativa para pacientes que no toleran los IECA. Su principal ventaja es la menor incidencia de tos seca comparado con el enalapril. Está contraindicado durante el embarazo, en casos de estenosis bilateral de arterias renales y en pacientes con hiperpotasemia severa. La dosis habitual oscila entre 25-100 mg una vez al día.
Este bloqueador de canales de calcio actúa relajando el músculo liso vascular, reduciendo así la resistencia periférica. Es especialmente eficaz en pacientes de edad avanzada y aquellos con hipertensión sistólica aislada. Las precauciones incluyen la posible aparición de edema en extremidades inferiores y el cuidado especial en pacientes con insuficiencia hepática grave.
La hidroclorotiazida es un diurético tiazídico que reduce el volumen sanguíneo eliminando sodio y agua a través de los riñones. Comúnmente se utiliza en combinación con otros antihipertensivos para potenciar su efecto.
Estas combinaciones mejoran la adherencia al tratamiento al reducir el número de comprimidos diarios, siendo especialmente útiles cuando la monoterapia no alcanza los objetivos tensionales deseados.
El control regular de la presión arterial en casa es fundamental para un manejo efectivo de la hipertensión. Los tensiómetros digitales automáticos son la opción más recomendada para uso doméstico, ya que proporcionan mediciones precisas y son fáciles de usar. Es importante elegir un dispositivo validado clínicamente y con el manguito del tamaño adecuado para el brazo.
Diversos suplementos pueden contribuir al control de la presión arterial como complemento al tratamiento médico:
La dieta baja en sodio es esencial, limitando la sal a menos de 5 gramos diarios. El ejercicio aeróbico regular, como caminar 30 minutos al día, puede reducir significativamente la presión arterial. Mantener un peso saludable, limitar el alcohol y evitar el tabaco son medidas igualmente importantes para el control óptimo de la hipertensión.
Es fundamental seguir estrictamente las indicaciones médicas y no interrumpir nunca el tratamiento por cuenta propia, incluso si se siente bien. Los medicamentos antihipertensivos requieren tiempo para hacer efecto y su suspensión abrupta puede provocar un rebote peligroso de la presión arterial. Mantener horarios regulares de toma mejora significativamente la efectividad del tratamiento.
Debe informar siempre a su médico y farmacéutico sobre todos los medicamentos que toma, incluyendo suplementos y productos naturales, para evitar interacciones peligrosas. Los antiinflamatorios (ibuprofeno, diclofenaco) pueden reducir la eficacia de algunos antihipertensivos.
Los efectos secundarios más comunes incluyen:
Consulte inmediatamente a su farmacéutico o médico si experimenta efectos adversos severos o si su presión arterial no se controla adecuadamente. El control periódico es esencial para ajustar las dosis y garantizar la seguridad del tratamiento.
